Catálogo de deportes, por María Bernal

Catálogo de deportes

Resulta casi inevitable despojarse de la pegatina de los estereotipos que en el mundo del deporte parecen multiplicarse, en lugar de extinguirse. Y es que, a pesar de que el progreso se ha convertido en el estilo de vida de la mayoría de la población (muy joven para tanto impedimento), son muchos los prejuicios, como otras veces he comentado, que todavía viven anclados y enrobinados en la mente de bastantes personas, quizá por no tener las agallas suficientes para vencer el miedo que puede provocar el hecho de que los más pequeños (porque los adultos ya tenemos edad suficiente para definirnos) puedan elegir aquello que según la sociedad les corresponde, pero según la realidad, no les hará felices.

Seguimos clasificando siempre en dos bandas, que hasta pueden resultar más peligrosas que las callejeras. Es decir, todavía se distingue entre lo relativo a los chicos y lo que parece ser privativo de las chicas: azul y rosa, fútbol y danza, coche y cocina…sin solventar todavía ese dilema moral que nos hace pensar que hay un estricto catálogo que dicta lo que es propio de un sexo u otro, siendo la consecuencia más inmediata la privación de libertad para que los más pequeños hagan lo que verdaderamente les gusta.

Estamos viviendo un momento histórico en el deporte español: hace unos días, la selección femenina de fútbol se proclamaba campeona del mundo, también lo hacían dos atletas, Álvaro Martín y María Pérez; por su parte, en el campeonato del mundo de gimnasia rítmica, Polina Berezina y Alba Bautista se clasificaban para los Juegos Olímpicos de París 2024 y así podría seguir con un sinfín de deportistas españoles que han cosechado su éxito este mes de agosto. La euforia desatada y viralizada en las redes ha sido incalculable, ha sido el momento de airear el orgullo español porque cuando muchos piensan que lo verdaderamente bueno está en el extranjero, llegan nuestros deportistas y cambian automáticamente los esquemas.

Imprescindible es invertir para los jóvenes en el deporte u otras actividades extraescolares, para afianzar la disciplina, la educación, el compromiso y, ante todo, la actitud heroica para la vida desde muy pequeños. Cualquier actividad es esencial en la vida de los chavales; ahora bien, cualquiera que a ellos les guste. Y he aquí el problema; que, en la mayoría de los casos, los niños van donde quieren los padres. Como un jarro de agua fría cae en algunos hogares que la nena quiera jugar al fútbol y el nene quiera bailar, ya que entonces se enciende en casa la bombilla de que ese deporte no es de niños o no es de niñas.

El primer pensamiento que bloquea las mentes de los adultos es: mi hijo va a salir mariquita y mi hija va a ser una machunga. Sé de lo que hablo, porque he estado en contextos que me avalan. He visto cómo a los niños les ha gustado hacer volteretas más que darle patadas a un balón, he visto como esos padres no han querido llevarlos a un sitio para que practiquen, y a la inversa, niñas a las que no les ha gustado el baile y han estado ahí por imposición. ¿Qué pasa al final? Que acaban dejando la actividad antes de tiempo y en algunos casos no encuentran, desesperados y frustrados, cabida en su lugar anhelado.

Paradójico resulta que esos padres, que presumen de la libertad de elegir pero no la ejercen en casa, son los que también han aupado ahora a la selección femenina, dándose golpes en el pecho y alardeando que si viva el fútbol femenino, que si hay que darle visibilidad, que si hay que acabar con los estatutos retrógrados en los deportes, que si la igualdad…pero cuidado, sin mostrar la misma euforia desatada y viralizada para dejar elegir a los más pequeños si darle un patada al balón o si ponerse el traje de baile.

Hay que reivindicar que todos los deportes van dirigidos a chicos y a chicas; no hay un catálogo exclusivo y, afortunadamente, las canteras masculinas y femeninas de todos los clubes cada vez aumentan más. Vamos avanzando, pero es necesario recalcar que los deportes no tienen ni nombre ni apellido, que es esencial practicar lo que guste y no lo que imponga una tradición estereotipada y llena de convencionalismos que cataloga lo que debemos hacer en todo momento. Sí, creo que hemos avanzado mucho, pero todavía hay materias pendientes que preparar a conciencia, y más a la hora de elegir un deporte, para lo que no hay que ser mayor de edad, por lo que debemos aprovechar y poner en práctica, siempre desde el respeto, la libertad para hacer todo aquello que nos y les haga felices, sea eligiendo del catálogo el deporte que sea.